Cuento para reflexionar….

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Un joven en una fiesta entró en la biblioteca para alejarse del bullicio de la misma y se quedó encerrado en ella sin poder salir.

Intentó utilizar todos los medios a su alcance para liberarse de ese encierro pero no lo conseguía. La ventana que daba al jardín tenía una reja de seguridad por lo que por allí no podía salir pero veía gente en el exterior hablando y riendo, sólamente con gritar y pedir ayuda le hubieran abierto.

Pero él se negaba a pedir socorro porque le avergonzaba haberse quedado aprisionado en esa estancia. Pensaba que podría intentar manipular la maneta de la puerta y lograría salir.

Fuera en la fiesta, nadie se percató de su ausencia y cada quien seguía disfrutando del evento. Pensó que era raro que nadie lo echara de menos y por un momento se sintió invisible.

Tras horas encerrado y sin haber tenido éxito con la manipulación de la maneta sólo le quedó una solución , vociferar para que le ayudaran.

Gritó y gritó hasta que varios invitados lo oyeron y fueron a abrirle la puerta encallada.

Comprendió que pedir ayuda cuando la necesitas es la única solución para salir de un problema.

Cómo en esta historia, nuestro orgullo nos impide demandar amparo cuando lo necesitamos. La gente de nuestro alrededor tiene sus vidas y sus propios problemas por lo que muchas veces no son conscientes del apoyo que el allegado necesita, y si no eres orgulloso o vergonzoso y pides la asistencia que necesitas ellos te apoyarán en esos momentos difíciles.

Demanda esa protección cuando la necesites porque la soledad de tus problemas te ahogarán….. No permanezcas encerrado por torpeza, por altivez por pedantería o por miedo.

Arrópate de los que te quieren porque, entre otras cosas, descubrirás quien está dispuesto a estar de tu lado y quien no. Ésto tambien es una lección de vida.

Averiguar quien te tiende su mano en tu dolor hará cambiar tu visión de la gente que te rodea. Muchos son los que están en los momentos de gloria pero muy pocos en los momentos de dificultad.

Así que señores y señoras pidan ayudan si la necesitan. A veces sólo es cuestión de acudir a un profesional.

Espero de todo corazón que les haya sido de utilidad esta pequeña historia.

Elena. M§

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