Verlo todo negro, no tener ganas de vivir, recluirte en tu habitación teniendo la sensación de que tu vida ya no tiene ningún sentido para ti y que no hay nadie que comprenda tu dolor.
Lloras de impotencia porque quieres volver a ser cómo antes y no lo consigues. Salir a la calle te da pánico porque relacionarte con la gente te aterroriza, nada más de pensarlo te echas a temblar y no consigues superar ese miedo. Tu mundo son cuatro paredes y tus pensamientos no paran y se agolpan en tu cabeza cómo taladros picando piedra y cuanto más ahondas en ellos más dolor te causan. ¿Cómo parar de pensar?
Se acerca la hora de ir al médico y también te aterra porque no tienes nada nuevo que contar, nada que aportar y en cierta manera te sientes juzgada aunque sólo sea una percepción tuya alejada de la realidad.
Tu realidad está distorsionada porque la ves con otro prisma y aunque intentes cambiar dicho prisma tu realidad no cambia.
Miedo a volver a salir al mundo y a hacer cualquier cosa cotidiana que antes te gustaba. No te importa cómo te ves, si estás guapa o fea, ni te arreglas porque para estar en casa no te cuidas. Te vas deteriorando sin apenas darte cuenta y un día te miras en el espejo y no te reconoces, entonces recibes una bofetada de realidad que te deja aún más triste.
Éstas son muchas de las sensaciones que se tienen cuando tocas fondo, cuando llegas a un momento de inflexión y sólo te queda subir hacia arriba. Pero la salida a la superficie es lenta, muy lenta y te desesperas porque querrías subir tan rápido cómo cuando te hundiste. Las curas son lentas y llenas de recaídas pero la esperanza es la mejor amiga en esos momentos porque cuando pierdes la esperanza pierdes la vida.
E. M§
- mi_edad_perfecta
- @conmdesanchez
- https://www.facebook.com/helena.sanchez.90281
- https://www.elmundodeelena.es